Emociones, esas que gobiernan nuestra vida, nos controlan y nos juegan malas pasadas. De ahí la importancia de conocerlas, aceptarlas y darles la mano para saber cómo relacionarnos con nuestro entorno y también con la alimentación.
Tengo la suerte de trabajar con niños en un centro educativo, por eso escribir sobre este tema es la oportunidad perfecta para compartir mi experiencia real. La infancia es la mejor época de la vida para sembrar la esencia de la educación emocional y trabajar las emociones para conseguir que se conviertan en adultos saludables emocionalmente, saludables para consigo mismos y para el entorno en el que viven y se relacionan. Ellos son espontáneos, se expresan sin fingimientos, ni artificios, exentos de malicia. Lloran, ríen, patalean, buscan caricias… y lo hacen de manera natural. Lo que pretendemos es que no se vean detenidos o paralizados por lo que sienten, sino que puedan identificarlo, analizarlo y procesarlo de modo constructivo y sano.
Las personas que no conocen sus emociones o no son capaces de controlarlas, acaban siendo víctimas de ellas, se dejan llevar sin saber muy bien a qué comportamientos les pueden conducir. Por ejemplo: la ira sin control puede desembocar en una acción violenta; una tristeza desconocida, no identificada a tiempo, puede convertirse en una depresión difícil de sanar; si nos dejamos llevar por la euforia, podemos cometer tareas cuyo sentido o beneficios, días días después, observada la situación con sosiego, parecen inexistentes; la ansiedad puede llevarnos a comer compulsivamente perjudicando nuestras rutinas alimentarias.
También ocurre que si desconocemos nuestras emociones y no sabemos gestionarlas, nos dejamos llevar por las emociones de otras personas, que toman el control, sintiéndonos así insatisfechos y con falta de control, dejando nuestra vida, muchas veces, en manos de otros.
Tenemos que expresar nuestras emociones de forma auténtica, no podemos dejarnos la ira dentro, o la rabia por callarnos algo que a otro le puede herir emocionalmente o molestar. Y esto no significa que digamos todo lo que se nos pase por la cabeza. Se trata de decir las cosas con respeto, amor, sin hacer daño, de la mejor manera posible y siempre comenzando con la frase: «necesito decirte lo que pienso, porque me duele». Mejor si comenzamos así la conversación que con un «tenemos que hablar, porque eres lo peor y me haces daño…» NADIE, Y DIGO NADIE, nos hará daño si no le dejamos. Pero no hay que callarse porque eso se enquista y se convierte en enfermedad, dolores de garganta y tristeza.
¿Y qué pasa con la alimentación y las emociones?
El tema de la alimentación y las emociones es mucho más amplio de lo que podría abordar en esta entrada, pero al hablar de emociones no quería dejar de mencionar la relación que tenemos con los alimentos. Somos seres relacionales por naturaleza, y como explicaba anteriormente no sólo nos relacionamos con personas, si no también con los elementos que forman parte de nuestro entorno. Y una de esas parcelas de nuestra vida que debemos tener cubiertas correctamente es la que dedicamos a la alimentación y a relacionarnos con la comida. En este punto destacaré que no todos los alimentos son igual de emocionales, hay diferencias y existen determinados alimentos que nos conectan con una emoción en concreto, porque tienen un efecto determinado en nuestro organismo. Por eso es tan importante conocer y saber identificar esas emociones para saber cómo afrontarlas. Pero ¿cómo podemos identificar un alimento emocional? ¿qué es la ansiedad alimenticia? y ¿por qué nos lleva a atiborrarnos a comida?. Para resolver estas y otras muchas dudas he elegido un vídeo en el que Roberto Durán, coach nutricional y deportivo, nos da algunas pautas que pueden ayudarnos a aclarar muchas de estas cuestiones, bajo la temática «Las emociones controlan nuestra báscula».
Cuando estés mal, párate y no pienses por favor (que en eso tenemos un máster), sólo SIENTE. Siente lo que te pasa y haz algo con ello. Identifícalo, que es el primer paso, exprésalo, trabájalo para sentirte mejor.
Y ya sabes #CONOCETUSEMOCIONES, no te calles ¡EXPRÉSATE! y ¡RELACIÓNATE CON TU ENTORNO! de manera saludable

Marta Rodríguez
Naturópata
Educación, psicoterapia & logopedia
Coaching
Terapia floral (flores de bach) & Naturopatía
Análisis de Cábala o kabbalah
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